LOS NACIMIENTOS. Tradición que nunca muere.

Una de las cosas que más me gusta hacer en Navidad, es buscar las cajas que durante el año han guardado las figuras que forman parte del nacimiento.

Me gusta porque cada figura me hace sentir algo especial, como si todo se renovara y cambiara para mejorar, además me gusta admirarlas, recordar por qué las compré y ver lo bien hechas que están. Esta costumbre me hace rememorar las navidades pasadas y recordar todo lo bueno, con la esperanza siempre de que el año que llega nos traiga muchas bendiciones.

Poner un nacimiento en esta época del año, es una de las tradiciones más bellas del Cristianismo pero, ¿te has preguntado de dónde viene esta tradición? ¿Sabías que se originó con un milagro en el que el protagonista fue San Francisco de Asís?
La palabra Navidad es una derivación de "Natividad", que viene del latín "Nativitatem", que significa "nacimiento". Esta fiesta, como todos saben, se refiere al nacimiento de Jesucristo. 

Según diversas fuentes se originó en el siglo XIII. La tradición cristiana afirma que fue San Francisco de Asís quien representó por primera vez el nacimiento de Cristo. Se dice que aquel sencillo, humilde y piadoso Santo, una tarde de invierno en los días previos a la celebración de la Natividad del Niño Jesús, en la pequeña aldea italiana de Rieti,  iba orando como era su costumbre y se detuvo a meditar en la ermita de Greccio. Ahí, tuvo entonces una inspiración divina: representar en vivo el sagrado misterio del nacimiento de Jesucristo. Era el año 1223, apenas tres años antes de su muerte en 1226. Con esta idea imaginó que ayudaría a consolidar la devoción de los pobladores de la región.

Construyó un portal con ramas, un pesebre hecho de paja, incluyó un buey y un asno que le prestaron y con la ayuda de varios campesinos quienes personificaron a los ángeles y pastores que adorarían al Niño Jesús, con oraciones y cantos, hizo la primera representación del la Natividad.

Pero la historia es más interesante que eso: una vez que terminó la celebración, cuando todos se habían ido a sus casas, San Francisco quedó solo, inmerso en sus meditaciones y plegarias. Según cuenta la tradición, es entonces, que se le apareció el Divino Redentor en forma de recién nacido, recostado en el pesebre que el Santo había construido. Entonces es seguro que el pesebre se debe haber vuelto un lugar de adoración, pues se cuenta que a la paja se le atribuyeron hechos milagrosos. Cuando la noticia de la celebración y el milagro se supo por toda Italia, se empezó a representar el nacimiento en otras partes y poco a poco se convirtió en una tradición que se extendió por todo el mundo cristiano.

Se sabe que las personas más importantes en pueblos y ciudades eran las que representaban  los papeles de la Santísima Virgen María, San José, ángeles y pastores. Además, se buscaba al bebé más hermoso de entre los recién nacidos para que ocupara el lugar del Niño Jesús. Con el tiempo, se incluyeron también los personajes que representarían a los Reyes Magos. Después de los actores vivos se pasó a las representaciones plásticas, con figuras construidas de barro, madera, metal, cerámica, porcelana y  en nuestros días, de plástico.

Los "belenes" o nacimientos se popularizaron en España a principios del siglo XVIII, de donde pasan a México. Los primeros misioneros en llegar a América fueron franciscanos y son ellos los que enseñaron aquí la tradición de San Francisco de Asís. Aunque el nacimiento hoy se hermana con el árbol de navidad, en muchas partes se conserva la tradición pura y su esencia no se ha visto disminuida. En nuestra ciudad, hay lugares como Coyoacán, que en muchas casas, se adornan los patios frontales, con nacimientos muy creativos que son beneplácito de vecinos y viandantes, verlos es una oportunidad que no deberíamos perdernos.

Creer en este milagro es una decisión personal, pero aún cuando seamos escépticos, no podemos negar que la tradición es hermosa y su origen está más allá de una simple costumbre: la figura de San Francisco de Asís y sus enseñanzas, trascendió su época para erigirse en un modelo atemporal. Es valorado y admirado más allá incluso de las propias creencias, como una manifestación muy elevada de la espiritualidad cristiana. Por eso sería una lástima que se perdiera debido a cuestiones más mundanas, pues el nacimiento es, sino la única, si la más entrañable tradición que tiene el fin de rememorar el milagro de la natividad.

Es una tradición que sobrevive y lucha por no ser olvidada y nos invita a recordar quiénes somos y de dónde venimos. Por eso esta Navidad acompáñate de tu familia y pon tu nacimiento o por lo menos, date tiempo para admirar los que seguramente, estarán para ser vistos, en museos y calles de nuestra ciudad.

¡Felicidades!

Víctor Salas


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