Que la muerte no te agarre muerto.
Y tú ¿qué piensas cuando escuchas la palabra muerte? Seguramente en el color negro, tristeza, dolor, etc… Y si bien la pérdida de un ser querido es dolorosa, nos hemos olvidado de nuestras raíces, aquellas en donde la muerte se festeja e incluso, es objeto de burlas y canciones.
El punto de este
artículo, no es hablar de la parte dolorosa de la muerte, si bien no he
conocido a alguna persona que la espere con ansias o por lo menos que este 100%
listo para recibir su beso, sí he escuchado acerca del “bien morir”. Y aunque puede
haber muchas interpretaciones a este dicho, yo les hablaré de la que mejor
conozco y trato de poner en práctica.
La muerte es
algo imposible de predecir, no sabemos cuándo, ni cómo, ni a qué hora y mucho menos
dónde. Pero lo que es seguro es nuestro aquí y ahora. Y eso es lo maravilloso,
hacer lo que nos haga feliz, no dejar las cosas para mañana, pues a veces el
mañana nunca llega y cuando lo queremos retomar ya es demasiado tarde.
Lo importante es
tener claro quiénes somos y hacia a dónde vamos, para que en el momento que la
“flaca” decida hacer su aparición nos encuentre lo mejor posible y llenos de
vida, digo, para que el viaje valga la pena debe encontrarnos llenos de amor,
de ese que nos ganamos de las personas, generado por aquel que nace de
nosotros. Con un puñado de sueños, unos por cumplir y que se vuelven en parte
el motor de nuestros días, otros tantos ya cumplidos y seguramente una que otra
pesadilla que si bien no nos mató, sí nos hizo más fuertes. Respaldados por un
ejército de familia y amigos que serán testigos de su acto, y que siempre
aunque la “huesuda” cumpla su misión, nos mantendrán vivos en sus mentes y
corazón. Con un álbum lleno de fotografías de aquellos momentos que nos
forjaron durante la vida, y con un libro escrito por aquellas anécdotas
memorables, que seguro harán al viaje con la catrina más ameno.
No le hagamos su
trabajo fácil, que le cueste trabajo arrancarnos la vida, que no nos sorprenda
muertos cuando aún hay mucho porque ser feliz, mucho porque sonreír, llorar,
gritar, pelear, dormir… No seamos zombies de la rutina y monotonía, no
cambiemos nuestros sueños por un trabajo estable, lo uno no está peleado con lo
otro. No pasemos desapercibidos por esta vida, dejemos huella no solo para
nosotros, sino para la mayor cantidad de gente posible. Hagamos al mundo saber qué
bien vivimos y bien morimos y tal vez esto sirva de consuelo para esas personas
que se quedan cuando la “flaca” nos lleva, que no lloren, que rían recordando
aquellos momentos de risas y juegos, que compartan las enseñanzas que les hemos
dejado, que vean nuestras fotos y se llenen de dicha y felicidad y que cada dos
de noviembre nos preparen los platillos y bebidas que más nos gustaban, y sobre todo que sepan que si se portan mal… siempre
habrá alguien que les pueda “jalar las patas” en las noches.
Así que en el
fondo ¡Vive hasta morir!
Feliz día de
Muertos.
Claudia Alcalá