Espejito, espejito: ¿dime qué tan bell@ soy? Vanidad





¿Te has preguntado por qué te miras tantas veces al espejo?, ¿Te preocupa tu apariencia física? No es fácil ver y aceptar las cosas que no nos gustan de nuestra persona, porque siempre tendemos a observar nuestros defectos y decimos: “Estoy gorda”, “Estoy muy flaca”, “Tengo la nariz enorme” ó “No me gusta mi boca”, al hacer esto perdemos de vista nuestras cualidades, cuando para nosotros, lo que nos desagrada debería ser menos importante que nuestras virtudes.

Sucede que cuando alguien te halaga o te hace un cumplido lamentablemente lo echas por la borda con un “Ay ¡Claro que no!”, “Me veo fatal” o “Me voy a operar”, porque somos superficiales y pensamos que solo lo físico es lo atractivo.

Aprendí en un vídeo en el que una famosa modelo da una plática acerca de su vida personal y profesional, que la palabra imagen tiene dos significados: poder y superficialidad. La imagen es poder porque la gente cree que con el físico se obtienen fácilmente las cosas, ya que provoca atracción, pero al mismo tiempo, es algo superficial porque mucha gente piensa que es más importante el verse bien que el intelecto y el sentimiento. En efecto, “la apariencia física bella es más aceptable que una que no lo es”.

Me pareció bastante interesante ya que lamentablemente en la actualidad las generaciones de jóvenes (mujeres, aunque cada vez hay más hombres) buscan más cambiar su imagen y viven con un estereotipo, que pretenden seguir con el fin de satisfacer su necesidad de verse igual a los famosos y no ser uno más de los “no vistos” o “no aceptados”. Son los más vulnerables en este asunto, pero, el problema es que también se afecta a la gente más grande, porque por ejemplo, muchos buscan la “eterna juventud” y en ambos casos esto pasa debido a que los medios de comunicación, nos bombardean de forma universal con su ideal de “belleza”.

Claro que el verse bien es importante porque habla de tu personalidad, pero considero que hay gente que se obsesiona con su apariencia y se vuelven extremadamente superficiales, en pocas palabras adictos a la vanidad
Sin embargo, en mi opinión, todos somos vanidosos en menor o mayor grado, ya que como personas somos orgullosos y nos queremos ver y sentir bien. Esto no es malo pero es importante darnos cuenta cuando estamos sobrepasando los límites y que hacer o dejar de hacer ante ello.

Apelando a esta necesidad de vernos bien, en la actualidad existen métodos “milagrosos” que nos prometen cambiar o mejorar lo que nos desagrada de nuestro cuerpo o nuestra cara, sin importar qué tan doloroso, grave, incluso peligroso pueda ser para nuestra salud.

Estos métodos que te prometen el cambio perfecto, no solo alteran y deforman tu cuerpo si no también tu mente, haciéndote creer que vas camino a la perfección, alimentando tu vanidad y ego y en ocasiones causando problemas psicológicos, inseguridad, angustia o incluso depresión.

Mi consejo para que te veas y te sientas bien sin pasar por obsesiones es hacer una mezcla de amor, humildad, inteligencia, seguridad y respeto hacia tu persona; cerrarle la puerta a los comentarios destructivos y estar abiertos a los constructivos, tratar de ser feliz con tu apariencia, cuidando de tu alimentación y haciendo ejercicio.
Alejándote de los estereotipos establecidos como estándares de belleza.


No hagas de la vanidad una enfermedad, úsala a tu favor, a todos nos gusta gustar, pero lo más importante es que te gustes tú. No dudes de tu apariencia física, no te la pases cuestionando a cada espejo qué tan bello eres, no te compares, recuerda que eres bello solo siendo tú.

Indra Merklin. 
Colaborador Jr. 


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