¿Qué pasa cuando el valor y el miedo se encuentran?


Toda la vida, me han dicho que los miedos son para ser enfrentados, pero ¿si tengo miedo de morir?¿si tengo miedo de nadar con tiburones? ¿Tengo que enfrentarlos? 
Hace unos meses perdí a muchos de mis amigos, conocí a nueva gente y estoy algo seguro de que conseguí que otras personas a mis alrededores me tuvieran miedo. Cuando perdí a mis amigos creía que ya no iba a volverme a sentir bien, que me merecía todos los comentarios y rumores que se hacían de mí, no salí de mi casa durante una semana por miedo, pensaba que en el momento que atravesara la puerta, alguien me iba a lastimar, me hice una infinidad de historias en mi cabeza, mi preferida era donde se hacia un circulo de gente, yo estaba en el centro y todos me gritaban las verdades que yo no quería escuchar.

Un día se me obligó a salir de mi cama y de mi autodestrucción. Yo no quería. Mientras daba pasos para entrar al edificio de la escuela, el corazón me palpitaba más y más rápido. Escuchaba risas, murmullos y las manos se me ponían tiesas. Me sentí aliviado cuando entre al cuarto donde solamente había cuatro personas, todas mayores que yo, todas buscando por mi bienestar, ese fue el primer momento en semanas donde me sentía cómodo al respirar. Días después decidí que ya era momento de terminar con toda la auto-complacencia de dejarme estar tirado, me baje del  carro de mi papá caminé unos pasos hacia la entrada del colegio di un gran suspiro y entré. Nadie me insultó, nadie me lanzó comida, no me pusieron en un círculo para atacarme, el día transcurrió diferente a lo que estaba acostumbrado, pero lo transcurrí sin obtener ninguna cicatriz física o emocional.

Hoy, cinco meses después, me doy cuenta de que no debe de haber miedo, nunca hay algo que no se pueda superar. Después de un tiempo descubrí que a mí me daba miedo regresar y a mis amigos les daba igual miedo que regresara. Estamos encerrados en una jaula donde por más que nos quejemos que estamos ahí, nos gusta ya que en esa jaula podemos estar “protegidos” de nuestros temores, decidí cambiarle el nombre, ahora ya no se llamará miedo, se llamará “valenio”, la combinación entre miedo y valentía, ya que para admitir que se tiene un miedo se debe de ser una persona muy valiente. No solo se debe de llamar a la gente que enfrenta sus miedos valientes, se les debe llamar valientes desde el momento donde ellos admiten su miedo. Es totalmente su decisión, si la persona los quiere enfrentar o no, pero eso no hará más ni menos valiente a nadie.

Sigo teniendo muchos valenios, pero al estar rodeado de la gente que me quiere y que yo quiero, y de nutrirme de las bellezas que hay en la vida como literatura, pintura, teatro, esos valenios dejan de ser una prioridad. No los estoy cubriendo con la alfombra, estoy aprendiendo a priorizar que es mejor enfrentar lo bueno, y si lo quiero enfrentar lo enfrentaré.

 Como dijo Diana Ross: “No hay montaña tan alta que no se pueda  escalar”.

Yo obtuve mucha ayuda, y mucha gente la necesita también, ya que al tener un miedo es muy típico cerrarse y no ver que la gente nos tiende la mano, por eso hay que pedir ayuda. Yo estoy intentando hacer ese cambio, y se que tú, lector, lo puedes hacer también,  así que ¿Qué dices? ¿Somos valenios juntos?

Por Johar Tello

Colaboración Jr.

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