¿Los demás entienden lo que quieres decir?
Todo aquel que quiera hablar en público, tarde o temprano se ve en la obligación de entrenarse para desarrollar confianza, habilidades de persuasión y de comunicación oral y escrita.
Se da cuenta que deberá
cuidar muchas cosas como su imagen, su voz, su decir y la forma en que
presentará los temas que aborde. Habrá que estudiar gramática para conocer los
errores que se pueden cometer al hablar o redactar un discurso. Aprender a leer
bien y leer para aprender. Crecer su cultura general y conocer el uso de las
tecnologías que nos sirven de apoyo cuando estamos ante una audiencia.
Uno de los problemas a los
que nos enfrentamos con más frecuencia en esta actividad, es no saber cómo
recibe el mensaje nuestro oyente y peor aún, qué es lo que se lleva en mente,
después de oírnos.
¿Qué pasa con el mensaje en
la cabeza del receptor?
El asunto es, que el mensaje
puede sufrir una distorsión, una reducción o se puede perder sin llegar a su
destino, como es el caso cuando no nos oyen. Puede también ser mal interpretado
y que no se logre el fin deseado. Por tal razón, nos vemos
obligados a ser muy cuidadosos en la forma en que vamos a decir eso que
pretendemos, es decir, tenemos que preparar bien el qué y el cómo de lo que
pretendemos comunicar.
El camino de la distorsión
del mensaje, pasa por todo un proceso ya estudiado:
1.
Lo
que se quiere decir: un discurso puede servir para informar,
convencer o entretener y si no estamos claros del fin que perseguimos y lo que queremos
comunicar, los fallos se presentarán.
Encontrar
algo interesante, vigente y pertinente por comunicar no es tarea fácil y si lo
encontramos, saber cómo decirlo de forma correcta es algo que nos atrapará por
un tiempo.
2.
Lo
que en realidad se dice: leer nuestro discurso o ensayarlo en
voz alta nos permite detectar si verdaderamente decimos eso que queremos decir,
porque se puede enviar un mensaje totalmente equivocado. Un enunciado puede
tener dos sentidos distintos y si no nos damos cuenta de eso, el oyente puede
llevarse la idea que no queremos comunicar.
3.
Lo
que oyen: recordemos que el acto de oír es un fenómeno puramente
físico. Es el sonido que llega a la oreja y el oído, que se puede perturbar o
interrumpir por cualquier obstáculo y alterar su recepción.
4.
Lo
que escuchan: que es el procesamiento en el cerebro y la interpretación de eso que oyen y que se ve
influenciado por todo lo que creemos y pensamos. Esto nos hace reaccionar y
responder de diversas formas. Te debe preocupar como quieres que se sienta tu
audiencia.
5.
Y
por último, lo que retienen o internalizan: es decir, qué
asimilan y se llevan o recordarán, después de esta experiencia de comunicación.
Cómo impactamos su vida. Todos tarde o temprano nos hemos topado con alguien
que nos marca, con una frase, idea o pensamiento, que no olvidamos y que tal
vez se vuelva una guía para nuestras vidas.
Existen muchas herramientas
que se pueden utilizar para enfatizar lo que comunicamos y lograr que las ideas
más importantes de nuestra disertación se queden en las mentes de nuestra
audiencia.
Por esto, si nos preparamos
bien y cuidamos todos los detalles de nuestra comunicación y presentación, esta
distorsión no se dará, o al menos no para afectar lo expresado.
Hablar en público es una
tarea que nos obliga a comprometernos con ese fin. Cualquier audiencia merece
toda nuestra atención y compromiso, por eso la preparación es la fórmula que
nos dará seguridad, nos hará lucir muy bien en cualquier escenario y nos
garantizará cumplir nuestro objetivo.
No temas estar frente al
público y hablar. ¡Atrévete! Y aprópiate del escenario. Lo único que requieres
es preparación. Descubrirás todas tus fortalezas y te maravillarás.
Víctor Salas.