HABLAR EN PÚBLICO, NO ES HABLAR POR HABLAR.
Todos
podemos hablar en público, pero ¿lo hacemos bien?
Para unos pararse frente a un
público resulta algo fácil mientras que para otros, solo pensarlo, les llena de
miedo. Para unos no representa mayor compromiso,
mientras que otros lo ven como la mayor de las responsabilidades.
Todos hemos tenido la oportunidad
de estar frente a un orador y pasar un tiempo muy entretenido. Cuando esto ha
sido así, agradecemos su esfuerzo y entrega con su público. Sin embargo, cuando
nos hemos topado con otro que nos hizo pasar el rato más aburrido o tedioso que
hayamos experimentado, lo único que se gana es nuestra animadversión. Esto es
debido a que hay quien sabe cómo hablar ante el público y lo hace con maestría
y hay otros que se improvisan en esta actividad, creyendo que solo se trata de
no tener miedo y hablar por hablar. Hay quien en el escenario ante
una audiencia, nos puede hacer reír, llorar, emocionarnos, reflexionar,
aprender, etc., y hay otros que nos hacen pensar que estar frente a ellos es
una pérdida de tiempo. Puede ser que su imagen, sus errores de pronunciación,
el desorden de su presentación, la falta de coherencia, o que haya muestras de
que no domina el tema, etc., nos resulten más importantes que su mensaje y no
le pongamos atención.
Estar frente a un público, es un
compromiso muy grande. Es tener la responsabilidad de atraer, interesar,
entretener, informar, educar, convencer y porqué no, conmover, utilizando un
decir correcto y coherente, con todo lo que queremos comunicar. ¿Por qué?
Porque cualquier audiencia, por pequeña que sea, se merece todo nuestro esfuerzo, respeto y
atención.Pararse frente a una audiencia
nos obliga a estar bien preparados en el tema que les queramos comunicar y
saber todo aquello que sea estratégico para hacerlo bien.
Un discurso puede ser leído,
memorizado, preparado con antelación o improvisado, pero para todos los casos,
hay que prepararse, por ejemplo, si vamos a leer conviene practicar la lectura
previamente para lograr que se vea como si platicáramos con el auditorio y si
es improvisado, darnos unos minutos para pensar lo que se va a decir.
Además, una audiencia puede
presentar ambientes y características diferentes, para las que hay que estar
preparados. Por eso es importante conocerlas, para identificarlas en los
primeros momentos de estar frente a ellas y saber qué hacer.
Para lograr la calidad en una
presentación ante una audiencia, lo primero es preguntarse si el tema que va a
tratar es vigente, pertinente e interesante y lo que pretende lograr con su
presentación. Para ello, se tienen que considerar muchas cosas, entre ellas:
- · Dominio del tema que se quiere comunicar
- · Un uso correcto de la voz (volumen, pronunciación, modulación, entusiasmo)
- · Un cuidado de su apariencia personal
- · Manejo correcto del micrófono
- · El uso de un buen decir
- · Conocer a su audiencia para tener un contacto adecuado con ella
- · Tener una introducción que despierte interés en el tema que se va a tratar
- · Un buen desarrollo del tema, lógico y coherente
- · Esgrimir argumentos convincentes
- · Con ilustraciones adecuadas al material
- · Con un buen uso de pausas
- · Saber enfatizar los puntos importantes
- · Una conclusión que persuada a la audiencia o la invite a la acción
- · Y si es necesario, la utilización de una presentación en Power Point.
Cada una de estas consideraciones
tiene una serie de detalles que se tienen que conocer y aprender para lograr
una presentación más digna y meritoria ante la responsabilidad de hablar ante
un público.
Todos, sin excepción, corremos el
riesgo de tener que vivir esta experiencia: en la escuela, en el trabajo o en
un acto social, cultural o político. En síntesis, tarde o temprano en nuestra
vida tendremos que hacerlo. Prepararse para esa posibilidad es importante. Nos
pueden dar un puesto de mando en alguna oficina y tendremos que hablarle a
nuestros colaboradores; o ser elegidos para dirigir un equipo de trabajo y
tener que dirigirnos a ellos; o bien, tener el encargo de ser el anfitrión de
un evento y ante el micrófono, por eso tendríamos que tener algunas bases, para
hacerlo bien.
Mejorar nuestra imagen,
enriquecer y mejorar nuestro decir, saber manejar el micrófono, saber preparar
y usar un Power Point, utilizar los ademanes correctos, pero sobre todo saber
preparar una buena disertación, se tienen que aprender y no creer que se trata
de cualquier cosa, sino considerar que es un compromiso importante y casarse
con la idea de hacerlo bien.
Un curso de hablar en público
siempre es útil y enriquece tu formación profesional. Nunca está de más, saber qué se puede hacer para lograr un buen
desempeño frente a una audiencia. Anímate e inicia tu formación en esta
actividad, no olvides que si eres bueno en lo que sea que hagas, puedes ser
invitado a hablar de ello ante los que te sigan. ¡Cuidado! Un curso así, te permite
descubrir tus debilidades para superarlas; tus fortalezas para sentirte con
mayor seguridad y sobre todo amolda tu carácter, porque te enseña a estar más
firme ante tus ideas y sobre todo te enriquece profesionalmente en tu quehacer
cotidiano.
Víctor Salas